«El amor que no sea eterno, pero que mientras dure, sea infinito». Este era el consejo que un juez del registro civil que conocí regalaba a los novios a los que casaba. Después añadía: «lo que uno yo en el día de hoy, podrán deshacerlo sin mayores problemas dentro de tres meses en el mostrador de la entada, si dejan de quererse». La diferencia es que los matrimonios son una ocasión propicia para la celebración, mientras que las rupturas son, de alguna manera, la certificación del fracaso de un proyecto vital, aun cuando hay personas de mal gusto que las celebran. La virtud radica en, si llegan, saber realizar una buena gestión, con eficiencia y rapidez.

El magistrado Pascual Ortuño es autor del libro «Justicia sin jueces», donde escribe sobre mediación

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